Apophis - Heliopolis
El hecho de que Apophis no haya alcanzado el mismo renombre que otras agrupaciones de su país, me lleva a pensar que su trabajo, de alguna manera, ha tenido un destino selectivo. Con esto quiero decir que no existe una razón diferente para que Apophis no figure más ampliamente dentro de la escena que el haber concebido una propuesta cuyos fundamentos solo pueden ser asumidos por cierto sector del Metal: aquel que se encuentra dispuesto a acercarse a la banda a sabiendas de que esta presenta un sonido depurado concienzudamente y unas letras con profundo trasfondo filosófico e histórico. Así, para quienes buscan únicamente la reincidencia de los planteamientos, esto es, esa clase de bandas que emulan sin criterio el Metal de otros tiempos, Apophis resultará siempre un tanto incomprensible y pronto la dejarán de lado en favor de lo común.
Lo anterior no significa, por supuesto, que Apophis esté más allá del Metal o algo por el estilo; antes bien, debe destacarse que en ella no hay algo que pueda alejarla de la música extrema. Lo que sucede, en realidad, es que la banda proyecta una visión muy propia del Melodic Death Metal, alejándose, por ejemplo, del manido esquema sueco, y dándole prioridad a sus propias intuiciones. Heliopolis (1998), su tercer disco, es una muestra de ello, pues, no solo permite testimoniar el talento de músicos que dominan plenamente sus instrumentos, sino que, además, son capaces de crear melodías que comunican con desenvoltura estados de ánimo De esta manera, cada tema del álbum lleva implícito un movimiento de las emociones (la tristeza, el desencanto, la melancolía, la añoranza) que llega a ser bastante agudo en la medida en que Apophis destina buena parte de sus canciones al desarrollo instrumental.
En Heliopolis se halla todo tipo de aplicaciones compositivas (tapping, bend, palm-mute), una vocalización ronca que podría emparentarse con la de Obsecration, finos despliegues de teclado y un tránsito increíble por las posibilidades del ritmo. Sin embargo, como dije, lo realmente significativo del disco es su descarga sensitiva, el modo como su música rapta a quien la escucha. Basta para probarlo escuchar "Resurrection" o "Behold His Arrival", que desde sus inicios suscitan la experiencia catártica. Por demás, si el interés no fuese este, las letras paralelamente ofrecen todo el tiempo un fértil manejo de cuestiones existenciales, antropológicas y culturales. Ya el mismo nombre de la banda (que rememora la representación de las fuerzas maléficas dentro la mitología egipcia) como el del disco (que alude, asimismo, al lugar de adoración de los egipcios al dios Ra) indican la unidad conceptual que se maneja.
Heliopolis fue lanzado originalmente en 1998 por el sello alemán Morbid Records, y dicha versión es la que se muestra en la fotografía. Ese mismo año, la Mad Lion Records prensó una edición en TAPE, y un año después, la Pavement Music reeditó el álbum en CD. El diseño interior del disco es discreto y quizá (como puede intuirse a partir de la portada) este sea el elemento menos profesional del mismo. Sin embargo, el cuadernillo cumple entregando las letras de las canciones, los agradecimientos y los datos de grabación. Todo el arte interior gira en torno a la cultura egipcia, haciendo referencias a su arquitectura o deidades. Se incluye, además, una pequeña frase del Macbeth de Shakespeare: "We have scotch'd the snake, not killed it / she'll close, and be herself / while our poor malice remains in danger of her former tooth".
RANK: 9.5/10
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