Bolt Thrower - The IVth Crusade
La particularidad de Bolt Thrower dentro del Death Metal radica en dos aportes fundacionales: ser pionera en la inclusión de la guerra como sustrato lírico y haber incorporado como bajista a una mujer, Jo Bench, en una época en la que lo común eran todavía las alineaciones masculinas. Los dos elementos hicieron parte del horizonte de la banda desde su primer disco, In Battle There Is No Law (1989), y se mantuvieron a lo largo de tres décadas de trabajo, aunque resultasen particularmente fecundos en los albores de los noventas, periodo al que pertenece The IVth Crusade (1992), el cuarto álbum de Bolt Thrower y, sin duda, uno de los más brillantes en lo que concierne a su capacidad creativa y la consecución de ese sonido que no encuentra parangones ni siquiera entre las otras agrupaciones inglesas.
The IVth Crusade es una obra maestra porque establece con claridad un fin a cuyo recaudo se disponen todos los medios. Esto significa que el conjunto sabe dirigirse siempre sin vacilaciones o apuntes desordenados, distinguiendo qué falta y qué sobra a cada paso. El ensamble, por ejemplo, posee una densidad perfecta que empalma la solidez de la afinación baja con líneas melódicas que despuntan continuamente; del mismo modo, los punteos evitan tanto el exceso de técnica como el puro empirismo, resultando de ellos un brillo a la vez emotivo e inteligente. Hasta en lo que respecta a la velocidad, Bolt Thrower se muestra entendida, apropiándose de un mid tempo permanente que llega a ofrecer tantas vertientes que nunca se corre el riesgo de desentonar por prisa o morosidad.
Destacan en el trabajo general, la impasible vocalización de Willets y las numerosas figuras de platillo y hi-hat con las que Whale acompaña cada tema. Mención aparte también merece el apartado lírico, pues sin que se trate de una pieza conceptual, The IVth Crusade sabe en cada línea exactamente hacia dónde se dirige: la posición que corresponde al individuo ante la inminencia de la guerra y la devastación. Bolt Thrower elabora sus letras partiendo de una premisa histórica ("visions of the future reflected in the past") que le permite sostener que los factores desde los que se articula la crisis contemporánea -v. gr., las guerras nucleares, la imposición dogmática, el miedo, etcétera- son simples prolongaciones de un sistema bélico que viene levantándose en y por la humanidad desde hace mucho tiempo.
Este es el punto en el que parece encajar la impresionante pintura de Eugène Delacroix que sirve de portada al disco, así como los distintos símbolos representativos del caos que, tanto al interior del cuadernillo como en el back-cover, se disponen a modo de referencias de la fuerza superior de la discordia. The IVth Crusade ha sido editado en sucesivas ocasiones y en todos los formatos, aunque siempre manteniendo estos elementos del arte original. La fotografía muestra la que debe ser la primera prensa del disco, cosa que, en todo caso, puede resultar discutible, toda vez que Earache Records editó por lo menos cuatro versiones el mismo año de lanzamiento que varían en los códigos del CD o en pequeños aspectos relacionados con el color.
RANK: 10/10
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